Los recientes acontecimientos acaecidos en nuestra Provincia nos confrontaron nuevamente con una experiencia en donde la naturaleza, con su azar implacable, arrasó con parte de nuestras humanas construcciones en zonas de las sierras cordobesas, y nos golpeó en la cara sumiéndonos en una experiencia de fragilidad o precariedad. Hace no tanto tiempo fue el fuego en otras zonas de nuestras mismísimas sierras cordobesas. Por supuesto que no podemos dejar de analizar, a posteriori, muchos de los factores implicados: ausencia de políticas de previsión, exceso de explotación económica de zonas autóctonas, cambios en los ecosistemas, por razones de mercado o sencillamente por la inevitable presión demográfica, etc. Mucho se ha hablado de la incidencia de mercado y de la ciencia. La ciencia contemporánea intenta instalarnos en la plácida idea de que todo es programable, que no hay otra causalidad que la que se desprende de sus fórmulas o estadísticas; por ejemplo, la incidencia en la matriz genética de los cultivos viene produciendo una expansión, impensable hace poco tiempo, de la explotación agrícola. Los efectos de ese rechazo de otra causalidad posible saltan a la vista. Otro ejemplo: los grupos de psicoterapeutas que “invaden” las zonas afectadas suponiendo que una intervención “precoz” “prevendría” el desarrollo de experiencias traumáticas. Nada de esto alcanza, lo sabemos a poco de asumir una posición honesta frente a la palabra de ese sujeto que llega tras ser alcanzado por una catástrofe, a suturar esa experiencia de fragilidad en la que quedamos tras ser golpeados por lo real de la naturaleza.
Este tipo de experiencia de catástrofes nos confronta con una de las modalidades de la urgencia subjetiva, esto es, la urgencia en tanto efecto de un acontecimiento traumático [1]. La otra modalidad de la urgencia, calificada como permanente, especifica otra de las formas característica con que la urgencia nos afecta hoy. Se trata de la urgencia generalizada en su vertiente de proceso, es decir, aquella que se liga de manera continua a un real sin ley, experiencia que en los tiempos del Otro que no existe se hace presente de una manera apenas velada, y es correlativa, por ejemplo, de esa categoría clínica (trans-nosológica) también generalizada, a la que recurren como nominación sujetos de lo más diversos, nos referimos al extendido Trastorno de Pánico.
La Red de la EOL Sección Córdoba se presenta como un dispositivo accesible, para los sujetos que toman la decisión de hablar de eso que les tocó vivir, sabiendo que no hay prevención posible pero sí elaboración posible, a partir de esa experiencia que anuda cuerpo y palabra, y que llamamos un “análisis”.
[1] Belaga, G., La Urgencia Generalizada
Alejandro Willington