“Las primeras elecciones identificatorias del niño, elecciones ‘inocentes’, no determinan otra cosa, en efecto…que esa locura, gracias
a la cual el hombre se cree un hombre”.

El título de Mediodicho 49 fue inspirado por esta afirmación de Lacan que encontramos en “Acerca de la causalidad psíquica” (p. 184). Podría incluso, en este sentido, ser su paráfrasis y como toda paráfrasis transformarse en interpretación. Corremos ese albur. ¿Por qué no? “La locura de creer ser uno mismo” se construye en tensión con otra frase de Lacan: el hombre piensa con los pies. Si las identificaciones del yo son una locura, si el ser mismo constituye una creencia delirante, no lo es en relación a ninguna verdad última ni a ningún vacío existencial. Remite en cambio a una experiencia corporal.

El “uno mismo” cuenta ya con la bifidez del Uno a la que hace referencia Lacan en el Seminario 19: “Así es como pretendo llevarlos a algún lado, al perseguir, mediante esta bifidez del Uno –todavía hay que ver si se sostiene–, ese Uno que Platón distingue tan bien del Ser. El Ser es Uno siempre, en todos los casos, pero el Uno no sabe ser como Ser (…) Precisamente de aquí surgió la función de la existencia.” (p. 132).

Lo unario de la identificación –espejismo de completud– se apoya en lo uniano de la marca, que es tajo, es rayón, es fijeza sin sentido en el cuerpo crudo. Verdadera subversión del cabezón cartesiano, desafío irreverente a las circunvoluciones cerebrales y sus malditos algoritmos. De las declinaciones de esta locura moebiana va nuestro número. Por elección, nos dejamos orientar por J.-A. Miller. La clase de su Curso de la Orientación Lacaniana que publicamos en esta ocasión tiene un valor singular –léase extraordinario– que va más allá del tema de nuestra revista, pero a la vez lo incluye. Brinda la estructura, los puntos de anudamiento de estas declinaciones.

Veamos…

Incluimos en esta edición dos testimonios de pase presentados en la Sección. Dos AE, dos años, dos momentos. Radicalmente diferentes en su “cada uno”, leerlos por separado y en su diacronía, es un plus que encontramos enseñante.

La sección que toma el mismo título de la revista, despliega por su parte, muy precisamente, vertientes investigativas que se abren, pero es a la vez una cosecha de frutos en sazón. Desde el lugar de la verdad en el dispositivo analítico, hasta lo irreductible del narcisismo al final de la experiencia. La naturaleza del lenguaje en su estado actual, el peso de las identificaciones en la época, la enseñanza en el psicoanálisis, lo soportable y lo insoportable en la clínica, el un-dividualismo y la importancia del sinthome, la ironía como instrumento. No se trata de un recorrido, en estos artículos, cada quien hará, como en los capítulos de Rayuela, su propia travesía.

El apartado Carteles, como es habitual, reúne producciones de carteles que se llevan adelante en nuestra sección. Dan cuenta de un trabajo orientado y del deseo de saber que lo empuja. Son breves, heterogéneos, afilados. Pequeños dardos que, creemos, dan en el blanco… a su manera.

Bajo la rúbrica Avanzada, reunimos un conjunto de elaboraciones que tratan sobre la Escuela. La leen y nos leen. Son crónica y son apuesta. Plantean problemas y elucubran respuestas. Otean el horizonte del porvenir y nos recuerdan que el hoy es un cristal que proyecta el mañana.

Con el viejo lema “pinta tu aldea y pintarás el mundo” decidimos entrevistar una cineasta joven, muy joven, que es parte destacada de un movimiento artístico local que trasciende las fronteras. Su voz, su mirada, prenden un reflector desde otro lugar. ¿Un aporte de perspectiva? Quizás más que eso…

Pensamos el comentario de El nacimiento del Campo Freudiano como una suerte de bucle que vuelve sobre la clase de Miller “Lacan para la eternidad”, porque, por supuesto, estamos convencidos de que la historia del psicoanálisis se encuentra en el futuro.

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