Eso traumático”, el Nº 39 de Mediodicho, sale hoy a la ciudad -con ese gesto de audacia que el acto de publicar supone- constituyendo el arribo de un intenso recorrido. “Eso traumático” es el nombre que hemos dado, esta vez, a la particular composición que suele producirse entre temática y sumario, entre autores y textos. Una urdimbre en la que esperamos se introduzca el lector.
El impulso que otorgaron los textos, uno por uno, desde distintas latitudes, hizo que se fuera engrosando una perspectiva temática que nació tímida y fue encontrando su vocación poética y su rigurosidad epistémica, en cada manera de decir, en cada problemática planteada, en cada trayecto de investigación.
Cada texto, en su tonalidad singular, dio cuerpo a una temática que -entendemos- resulta fundamental para los psicoanalistas del siglo XXI.
¿Qué estatuto podemos dar hoy al trauma?¿Cómo se presenta lo traumático en la clínica, en su doble faz, ya sea como eso que rebasa la experiencia subjetiva, o como eso que la agujerea?¿De qué está hecha esa extraña vecindad que liga al sujeto con lo más propio, lo más familiar, y lo más éxtimo a la vez?¿Cómo se liga cada quien a su propio exilio, producido por el hecho de hablar y de ser sexuado, es decir, cómo se las arregla con el parásito del lenguaje y con la falla inexorable de la relación sexual?¿Cómo se introduce la dimensión del trauma en la vida colectiva y en la civilización actual?¿Qué tratamientos ha dado la sociedad, a lo largo de la historia, a eso que se presenta como traumático, como opaco, inelaborable?
Para los psicoanalistas, el asunto del trauma dice y toca algo de lo que, con Lacan, llamamos lo real, “un real” que Lacan inventa para hacernos saber del agujero que se produce en el encuentro de las palabras y los cuerpos. Un real que estamos, la comunidad analítica toda, intentando dilucidar, para saber cómo se presenta, en su carácter de “sin ley”, en su “potencia”.
Mediodicho propone de esta manera, distintas claves de lectura desde las cuales interpretar “eso traumático”.
El lector se encontrará en estas páginas, por ejemplo, de la mano de los poetas, con la musicalidad que destila la letra de “Los hombres huecos” de Eliot, o con la voz de trueno del ”Prajapati” de Daumal, o con los “trumanos” de Lacan. Se encontrará también con la manera en que resuena la voz de Alberto Laiseca en un teléfono y con el witz a la hora de hablarnos sobre la pesadilla, el terror, el sexo, el humor, en definitiva, sobre lo que se desliza en el acto de escribir e imaginar.
Asimismo, el lector podrá toparse con “esa bomba de lo real, que no cesa de no explotar” en la vida de los sujetos y las sociedades, “esa bomba” de la cual el psicoanalista se volverá el artífice, entre la cautela y el riesgo calculado. Podrá, a su vez, recorrer los binomios: “trauma y real”, “trauma y defensa”, “trauma y despertar”, “trauma y sexuación”, “trauma y feminidad”, ” trauma y procreación”, “trauma y sociedad”, “trauma y memoria”, “trauma y nominación”.
Por otra parte, en una lectura más ardua, el 11 –S como nombre del trauma, con el efecto “caída” de las Torres, emblema del sueño americano, en su “adiós a Disneylandia”; o la huella ineludible de la historia argentina y las narrativas, las ficciones que sobre ella se posan, para “edulcorarla” o problematizarla. Son éstos, aspectos que rozan al lector y lo interpelan, entre lo tratable y lo imposible de “metabolizar”.
Y una vez más, atravesando toda la Revista, como su hueso más puro, el Pase, Orientación Lacaniana y Avanzada, marcan el surco por donde ” soplan los vientos” que hinchan las velas de las Escuelas de la AMP.
Las páginas de Mediodicho Nº 39 son, en este sentido, papeles esperados y, por qué no, “papeles inesperados” también.
Gisela Smania