¿De qué está hecho ese particular encuentro entre los que escriben, los que leen y los que editan? ¿Viven las publicaciones por sí mismas? ¿Dónde van a parar? ¿Es el lector el que debe ir hacia la publicación o la publicación debe encontrar su lector? Estas preguntas, tomadas de la letra de Juan José Saer, definen de alguna manera eso que anima la tarea editorial sostenida en estos 38 números de lo que dimos en llamar “Mediodicho, nueva serie”. Una publicación que llega hoy, una vez más, para pasar a formar parte del circuito libidinal de los objetos que componen, no sólo el tejido transferencia! de nuestra propia comunidad psicoanalítica, sino -fundamentalmente- el campo de la “industria cultural” de la ciudad.
La temática de los lazos sexuales surge del ejercicio de interpretar la ocasión, el kairos para hacer resonar en el concierto de lo social un asunto que interesa especialmente al psicoanálisis, como es “el real de la sexualidad”; un real que se entromete, insiste, empuja y habita los debates actuales. ¿Qué consecuencias extraemos hoy de la expresión de Lacan “no hay relación sexual”? ¿Cómo entendemos “el ácido de la contingencia”, emanado, consecuencia de esa “no-relación”? ¿Cómo pensar, a la luz de las manifestaciones que la sexualidad toma, “las formas de la sexuación y de la identificación sexual”?
Asistimos a un tiempo de “redefinición legal y política de los vínculos sexuales, de los derechos sexuales y reproductivos”. Las respuestas orientadas por la institucionalización del goce y las ficciones jurídicas que la sostienen, ubican un nuevo escenario en la manera de tratar esa “falla irreductible de lo sexual, inherente a todo ser que habla”. ¿Cómo verificamos que se presenta hoy el goce sexual, ese goce “siempre entre comillas, al que sólo se lo conoce bajo las especies del tropiezo, del fracaso”? ¿Cómo evalúa hoy el DSM la experiencia más íntima de un sujeto en su relación a la sexualidad? ¿Cómo incide en la manera de vivir, en las pequeñas prácticas cotidianas de cada quien, este nuevo escenario? ¿De qué manera el psicoanalista se orienta en este contexto por el “artefacto precioso”, la solución singular que el síntoma constituye, qué práctica se desprende de allí y cómo la demuestra?
Para localizar estas preguntas y para encontrar seguramente muchas más, mediodichas a lo largo de toda la Revista, el lector podrá trazar su propio trayecto y entrecruzar -como los lazos de la portada- múltiples perspectivas que van desde los trazos gruesos al detalle de cada texto, ligado a un estilo y tono particular.
Dos Secciones temáticas, cuyos nombres designan eso del sexo imposible de uniformizar, reúnen un conjunto de textos sobre los que el lector podrá, por ejemplo, tender el hilo que lo lleve del desencuentro inaugural entre Adán y Eva, “más acá del Paraíso”, a los sujetos del siglo XXI, pegados a los objetos que la ciencia y el mercado le proponen, sometidos a un empuje irrefrenable, o “anoréxicos sexuales”, sexless. Podrá también tender un hilo que lo lleve a recorrer los distintos matices que el arte, llevándonos la delantera, ha propuesto como tratamiento de lo sexual; desde el surrealismo con Frida, su relación al cuerpo, al amor, al goce y el deseo, a sujetos que “viven el milagro” de haberse encontrado con una cabra o un chimpancé, o que caminan decididos sobre los contornos que dibuja la sexualidad con la pulsión de muerte. Medíodicho 38 propone, además, como en cada número y como médula de la publicación, sus Secciones Orientación Lacaniana, Avanzada y El pase -como corazón de la experiencia analítica. En cada una, el lector podrá localizar el alcance político, clínico y epistémico del trabajo sostenido que la Asociación Mundial de Psicoanálisis lleva adelante en las distintas latitudes de Europa y América.
No queda más que invitarlos a iniciar el recorrido por “las profundidades del gusto”.
Gisela Smania