XXXI Jornadas Nacionales de Carteles

Actividades preparatorias

Reunión Nacional de Carteles “Travesías y escollos del Cartel”

Por Ana Lubatti

Cuando comenzó la pandemia se suspendieron todas las actividades de enseñanza y formación de la EOL Sección Córdoba: seminarios, noches, jornadas. Se requirió de un tiempo considerable para que, poco a poco, se fueran retomando y reinventando con el uso de las plataformas online. La única actividad que nunca se suspendió fue la de los carteles. Eran como un oasis en el desierto. En ellos se pusieron al trabajo las preguntas que surgían tras la irrupción de ese real totalmente inesperado, dejando a veces en suspenso el tema de cada cartel para retomarlo luego de otra manera. No puedo asegurar que en todos los carteles haya ocurrido esto, pero sí en muchos de ellos. Podría decir que fue un uso novedoso del cartel, de entre los diversos usos que se pueden hacer de él.

Hoy nos reunimos teniendo en el horizonte otro uso: la “puesta a cielo abierto” de los productos de cartelizantes en las próximas Jornadas Nacionales de Carteles. Es un pasaje de lo privado de la elaboración en el cartel a lo público, un pasaje de la exposición dentro del cartel a la exposición al conjunto de la Escuela. El interlocutor se amplía. Es una oportunidad para dar a conocer un producto y “darse a conocer” por él y, además, ofrecerlo a la discusión. Esto da cuenta de que el producto no es acabado.

Pero ¿qué es un producto?

Lacan en “D´Écolage”[1], texto de 1980, dice lo siguiente: “Cuatro se escogen para proseguir un trabajo que debe tener su producto” “Producto propio de cada uno y no colectivo”

Al hablar de producto Lacan está haciendo referencia al discurso, en el sentido del lugar de la producción, tal como lo situó en los cuatro discursos. Lacan fundamenta el concepto de discurso a partir del vínculo social. Por lo tanto el discurso no es de un uno solitario, sino que cada discurso supone al Otro[2].

Volviendo a la frase de Lacan: se debe obtener un producto que es singular, propio de cada uno y no colectivo, pero que es efecto de habitar un discurso, de un trabajo de elaboración con otros.

Ahora bien, la escritura de un texto ¿es un producto? No siempre. A veces es un agrupamiento de citas, o un encadenamiento de significantes, pura repetición. Para que sea un producto debe ser un escrito en tanto que efecto de discurso, y esto no es sin relación al estilo de cada uno. Así podría haber una chance de transmisión.

En la etimología misma de la palabra estilo está la referencia a la escritura.

“Stilus” era el instrumento con el que se tallaba una superficie y se hacía una inscripción: el punzón, el estilete, la estilográfica. Y de allí deriva la acción de escribir, el modo en que cada uno tiene de hacer marcas en una superficie.

Podemos pensar al estilo en relación a las marcas que determinan al sujeto, marcas de una escritura que él mismo no puede leer, pero que condicionan lo que dice, lo que escucha, lo que experimenta. Es decir, esas marcas repercutirán en los enunciados del sujeto, en su posición de enunciación y en la escritura misma que pueda hacer.

Lacan define al estilo como algo por estructura incurable, en la medida en que sus trazos responden al objeto. Llega a plantear la identidad entre estilo y objeto: ambos son algo a leer entre líneas, algo que surge a partir de las palabras pero que está más allá de ellas, algo que tiene que ver con el modo de satisfacción.

Y habla de estilo en la Obertura de la recopilación de sus Escritos, justamente de sus Escritos. Retoma una frase de Buffo: “el estilo es el hombre mismo”, y añade “el hombre a quien se dirige”.[3]

Frase que me resulta compleja, pero de la que arriesgo una interpretación: no se puede abordar el estilo sin tener en cuenta la interlocución, el Otro al que se dirige el sujeto que es el lugar de la alteridad por excelencia y del cual recibe su mensaje en forma invertida. Es a partir de lo que retorna que se producen efectos de desplazamiento en relación con el propio enunciado.

Entonces, para que un escrito pueda pasar a otros y vuelva a ser interpretado, para que una transmisión sea posible, hace falta algo más que un contenido mejor o peor escrito o el resultado de una investigación. Lo que se transfiere es el propio estilo, una enunciación que pasa a través de la escritura y que necesita de un interlocutor. En las Jornadas de Carteles este interlocutor será la Escuela.

Las jornadas serán una oportunidad para que, mediante la puesta al trabajo de los productos de carteles, se creen las condiciones para una transmisión del psicoanálisis que vaya a favor de una Escuela viva.


NOTAS

  1. Lacan, J., “Decolaje o despegue de la Escuela”, en wapol.org/es/las_escuelas/TemplateArticulo.asp
  2. Miller, J.-A., 1, 2, 3, 4, Paidós, Buenos Aires, 2021, p. 8.
  3. Lacan, J., Escritos 1, Siglo XXI editores, Buenos Aires, 1988, p. 3.