Casi todos los días los medios informan del incremento del número  de asesinatos de mujeres en nuestro país produciendo el horror generalizado. En el año 2013 hubo un femicidio cada 30 horas y en muchos casos había denuncias previas y medidas cautelares dispuestas por la justicia.Esta información fue presentada en el Centro de información de las Naciones Unidas para Argentina y Uruguay.

No es de ahora que las mujeres encuentran la muerte a manos de sus parejas y es la paradoja de un acto inhumano  entre los seres humanos. Hace más de cuatrocientos años W.Shakespeare escribió “Otelo”,obra trágica en la que el marido celoso realizaba el acto de matar a su mujer, Desdémona, acusándola de infidelidad.

También el cine ha abordado el asesinato de mujeres a manos de hombres, como el film “La maté porque era mía” que resuena en letra de tango y alude a la posición de objeto que las mujeres son para los hombres. Sin embargo, lo que impulsa al acto homicida dirigido a mujeres, nombrado con el neologismo “femicidio”, es justamente que lo insoportable para esos hombres es lo  que en  las mujeres está más allá de lo que puede enunciarse en la dimensión de posesión.No se trata de la madre, es a la mujer que hay en la madre a la que se mata. Lo cual hace menos importante la existencia o no del otro hombre, rival en la “posesión” de esa mujer.

Es un signo de este nuevo siglo tanto los “crímenes seriales” como el número cada vez mayor de asesinatos de mujeres,la mayoría “pasionales”,  correlativos del abandono a sí mismo que los sujetos de hoy experimentan.El individualismo imperante,  así como las relaciones “superficiales”, deja a los hombres y mujeres cada vez más solos o en todo caso acompañados de los productos de la técnica o de las sustancias tóxicas, pero lejos del lazo auténtico al otro sexo.

Por su parte, el Estado y sus dispositivos de salud y de policía quedan impotentes ante la tendencia al pasaje al acto que cada vez se constata en los asesinatos de mujeres y de niños.En el siglo XX, los magnicidios (asesinatos de reyes o gobernantes) eran correlativos de la autoridad como destinataria del odio, pero la decadencia del padre y el hecho que en nuestra civilización actual lo que comanda las acciones sea una satisfacción paradójica inherente a la pulsión de muerte, hace que las mujeres y los niños sean los asesinados .El femicidio y el infanticidio dan cuenta de manera brutal de este cambio en lo que comanda a la civilización actual.

El “empuje a la judicialización”( tema de Jornadas de psicoanalistas de la orientación lacaniana) , la voluntad sin límite ni orientación de ejercer los derechos , muchas veces son la gota que rebalsa la copa en relaciones de pareja conflictivas que culminan en un pasaje al acto homicida en perjuicio de mujeres.En otros, el forzamiento mediante el uso de los avances científicos a hacer reconocer a como de lugar una paternidad no posible de ser asumida subjetivamente, lleva a la muerte a la que demanda el reconocimiento de ese derecho- legítimo, por supuesto- pero no posible de ser tramitado por el genitor como padre.

En los femicidios hay algo que siempre  permanecerá opaco, indescifrable, pero sí es posible leer las coordenadas absolutamente particulares de un goce extraviado y no atemperado en los pasajes al acto criminales, en los que hay dos muertes en cuestión:la física y la subjetiva.

 

Cristina Martínez de Bocca