Jornadas nacionales de la RED de la EOL.

Voy a realizar, a lo largo de este trabajo, una breve mención de algunas referencias de Lacan sobre el aburrimiento, son todas interesantes y útiles para el tema de nuestra mesa. En el Seminario 5 (clase 9), encontramos la función del aburrimiento en el estándar de los analistas, un todos iguales (los analistas) que apunta a homogenizar (y diluir) el acto analítico: “Todo está ahí. Una gran parte, al menos, de las prescripciones, de lo que se llaman reglas técnicas a observar por el analista, en el fondo no son sino dar a esta ocupación todas sus garantías de lo que se llama su estándar profesional. Si miran el fondo de las cosas, se darán cuenta de que esto es en la medida en que ellas crean, sostienen y mantienen, como en el corazón, la función del aburrimiento.”

Quizás convenga, para iniciar nuestro trabajo, interrogar el precepto del “todos iguales” en la actualidad comparándolo con alguna referencia que nos sitúe en los tiempos de Freud o Lacan. El todos iguales de hoy dista de aquel del siglo pasado, que Benjamin, en su conocido estudio “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica”, describiera en la década del 30, es decir, de un modo contemporáneo al último Freud y al joven Lacan. Benjamin menciona en ese ensayo a Chaplin, quien en su conocida película Tiempos modernos nos trae una parodia del todos iguales de la modernidad industrial: todos obreros, engranajes idénticos de una línea de montaje única, frente a un Otro consistente que los proletarizaba a todos, y frente al que cabe la sumisión o la rebelión. Este ensayo de Benjamin, al igual que la película de Chaplin, es de 1936, seis años posterior al Malestar en la Cultura de S. Freud. Benjamin leyó a Freud, lo atestigua este mismo texto, en el cual compara la percepción del detalle que permite el cine, con los detalles relevados por Freud en su Psicopatología de la vida cotidiana. Desde la Psicopatología un lapsus es absolutamente otra cosa, Benjamin percibe muy bien la invención del sujeto del inconsciente por Freud, su lazo a un modo nuevo de percepción y análisis del mundo y del sujeto, instaurado por la ciencia misma[1]. Por otro lado, a Freud tampoco se le escapó el malestar que la ciencia y la técnica, ese modo extremo de dominio de las fuerzas elementales, conllevaban adicionalmente para la cultura de su época. Con esta pregunta finaliza ese texto aún tan inquietante que es el Malestar en la Cultura [2].

No es éste el “todos iguales” de nuestro tiempo, ya hiper-moderno, como dice Jacques-Alain Miller, tomando ese término de G. Lipovetsky, de su ensayo Los Tiempos hipermodernos[3]. Actualmente es el fenómeno de las comunidades de goce (tribus urbanas y comunidades on line) el que representa mejor la modalidad actual de lazo, dichas comunidades se organizan alrededor de una determinada práctica (skaters, floggers, emos, pokemones, etc)[4]. Nuestro colega Fabián Fajnwaks ha investigado de un modo muy lúcido este fenómeno[5], describiendo, por ejemplo, las “comunidades de consumidores de iphone o de blackberry, (…) existe todo esto por internet, forums, donde hay miembros de comunidades de todos los sujetos que puedan ser consumibles, comunidades de anoréxicas, comunidades de no consumidoras, esa es la forma que toma hoy el lazo social, la comunidad a partir de un modo de goce.” Estas comunidades se ordenan alrededor de un significante que colocan en el lugar de insignia, tomando el término que Fajnwaks rescata de “Los signos del goce” de J. A. Miller, insignia que le permite a un grupo de  individuos identificarse a ese rasgo, en bruto, de un modo fanático muchas veces, y a la vez rechazar al Otro social por este mismo fanatismo.

Podemos, a esta altura, interrogarnos acerca de estas redes, qué son a fin de cuentas, cuál es su lógica y su soporte. Se trata de artificios técnicos que, de alguna manera, hacen presente lo que Lacan llamó los surcos de la aletósfera, esa red que nos circunda y envuelve, tejida por el modo como el discurso de la ciencia opera y avanza con su arsenal simbólico sobre la naturaleza, y transitada por las letosas, esos “pequeños objeto a minúscula, que se encontrarán al salir, ahí sobre el asfalto en cada rincón de la calle, tras los cristales de cada escaparate, esa profusión de objetos hechos para causar su deseo, en la medida en que ahora es la ciencia quien gobierna, piénsenlos como letosas”[6]. Esta atmósfera, en la que todos respiramos, se halla atravesada por estos surcos ya no tan sólo como ondas aleatorias que cada tanto nos harán llegar noticias fantásticas (Lacan relata al respecto la de la llegada del hombre a la luna[7]), sino que se encuentran ya completamente instalados, determinando distintas modalidades subjetivas y de lazo. Ya no hace falta estar en la luna para necesitar conectarse a su red, sino que más bien, en nuestros días, quien no está conectado a esa red es considerado como un lunático. Interrogada sobre este punto, la investigadora brasilera Paula Sibilia nos da una respuesta muy precisa, útil para lo que al final situaremos en relación a un caso: “¿Que revelan sobre la sociedad contemporánea, las redes sociales como Facebook, Orkut, Twitter y Myspace? – Estas nuevas herramientas, que aparecieron en los últimos años y de repente se tornaron tan populares, sirven para dos propósitos fundamentales. En primer lugar, ayudan a construir el propio “yo”, o sea, sirven para que cada usuario se auto-construya en la visibilidad de las pantallas. Además, son instrumentos útiles para que cada uno pueda relacionarse con los otros, usando los mismos recursos audiovisuales e interactivos.” [8]

Introdujimos el término individuo, para nombrar el modo como los sujetos hacen grupo hoy (comunidades de individuos, individualismo de masa, según propone J. A. Miller), por el uso y las resonancias que tiene este término en la última enseñanza de Jacques Lacan. Las fiestas electrónicas son fenómenos interesantes de nuestra época, en donde los sujetos se reúnen alrededor de dos letosas fundamentales, una música extremadamente repetitiva y monótona, aburrida para muchos, producida por los DJ, expertos técnicos, y diversas drogas de síntesis. Hace poco tuvimos en nuestro país un terrible acontecimiento surgido en una de ellas. Los relatos de jóvenes respecto al uso de esa droga novedosa, Superman, tenían claras resonancias con una suerte de necesidad de encontrar un goce ilimitado que los saque del aburrimiento. Lacan es muy preciso en Radiofonía (Segunda pregunta), al definir la relación del aburrimiento con el deseo de Otra cosa, es decir, con un deseo que se extravía respecto al objeto singular que funciona en el lugar su causa: “Bastaría el ascenso al cenit social del objeto llamado por mí a minúscula, por el efecto de angustia que provoca el vaciamiento a partir del cual nuestro discurso lo produce, al fallar en su producción. Que sea por tal caída como el significante se reduce al signo es algo que se vuelve evidente para nosotros porque, cuando ya no se sabe a qué santo encomendarse (dicho de otra manera: ya no hay significante que freír, es lo que el santo provee), se compra cualquier cosa, un coche en particular, con el que hacer signo de inteligencia, si se puede decir, de su aburrimiento, es decir, del afecto del deseo de Otra-cosa (con una O mayúscula). Esto no dice nada del a minúscula, porque él no es deducible sino del análisis de cada uno, lo que explica que pocos psicoanalistas la manejen bien, incluso al conocerlo en mi seminario.” Mónica Torres lo sitúa también con precisión, en un trabajo que aborda el problema por el sesgo inespecífico de la depresión: “Se trata de evitar el vacío, el resto, ese resto que resulta de la operación de separación que el sujeto deprimido no logra inscribir. Así, el ser hablante profundamente separado del Otro, pretende sin embargo no separarse de su objeto. Y el mercado le ofrece lo que sea para que su adicción al objeto sea ininterrumpida. Pero esta ansia generalizada, esta ansiedad, es en verdad la otra cara de una tristeza cada vez más agravada.” [9]

“Si no hubiera descubierto a los animes me hubiera aburrido en mi casa…”, dice algún bloggero Otaku, de donde podemos deducir que las comunidades Web son un modo de tratamiento del aburrimiento. Todos conocemos anécdotas de jóvenes o niños que cuando son privados de su gadget preferido, de su letosa predilecta, se quejan del aburrimiento en el que quedan sumidos. El todos iguales de estas comunidades se presenta, a veces, como la única modalidad posible de algunos jóvenes de sostener un lazo “social” (entre comillas). Esto nos recuerda, finalmente, a Lacan en “Televisión”, puesto que allí sitúa la cuestión del aburrimiento con una fórmula muy adecuada a este fenómeno contemporáneo, la clave del aburrimiento, nos dice, surge al reducir el Otro al Uno, o de confundirlos a ambos.

 

Alejandro Willington

 

 

[1] “Y aquí es donde interviene la cámara con sus medios auxiliares, sus subidas y sus bajadas, sus cortes y su capacidad aislativa, sus dilataciones y arrezagamientos de un decurso, sus ampliaciones y disminuciones. Por su virtud experimentamos el inconsciente óptico, igual que por medio del psicoanálisis nos enteramos del inconsciente pulsional.” BENJAMIN, Walter Discursos Interrumpidos I, Taurus, Buenos Aires, 1989

[2] “He aquí, a mi entender, la cuestión decisiva para el destino de la especie humana: si su desarrollo cultural logrará, y en caso afirmativo en qué medida, dominar la perturbación de la convivencia que proviene de la humana pulsión de agresión y de autoaniquilamiento. Nuestra época merece quizás un particular interés justamente en relación con esto. Hoy los seres humanos han llevado tan adelante su dominio sobre las fuerzas de la naturaleza que con su auxilio les resultará fácil exterminarse unos a otros, hasta el último hombre. Ellos lo saben; de ahí buena parte de la inquietud contemporánea, de su infelicidad, de su talante angustiado. Y ahora cabe esperar que el otro de los dos «poderes celestiales», el Eros eterno, haga un esfuerzo para afianzarse en la lucha contra su enemigo igualmente inmortal. ¿Pero quién puede prever el desenlace?”  FREUD Sigmund, El malestar en la cultura.

[3] LIPOVETSKY, Gilles. (2004). Les temps hypermodernes. Paris, Francia : Éditions Grasset.

[4] http://todas-las-tribus-urbanas.blogspot.com.ar/p/inicio.html

[5] “Lacan y los gender studies”. Fabián Fajnwaks. Universidad del Claustro de Sor Juana, México DF (http://www.nel-mexico.org/index.php?sec=Actividades-internacionales&file=Actividades-internacionales/Textos-Conferencias/13-11-08_Fabian-Fajnwaks.html)

[6] Lacan, Seminario 17, Capítulo XI.

[7] Lacan, Idem: “Esos astronautas, como se dice, que tuvieron en el último momento algunos probemillas, se las habrían arreglado mucho peor –y no hablo de sus relaciones con el aparatito, ya que tal vez se las habrían arreglado bien ellos solos- si no hubieran estado acompañados todo el rato por ese a minúscula de la voz humana. (…) lo importante es que sigan estando en la aletósfera”.

[8] http://virtualia.eol.org.ar/019/pdf/opinion_ilustrada_sibila.pdf

[9] Monica Torres, “El reverso de la fiesta”. Virtualia 17. http://virtualia.eol.org.ar/017/default.asp?dossier/torres.html