Discurso de la Directora saliente – Asamblea Anual Ordinaria 20/11/2019 – EOL Sección Córdoba
Momento de concluir, es la ocasión para poder transmitir algunas palabras. Pensaba hace unos días que -como en el análisis- la manera de concluir dice del modo del inicio. Recobré con eso la insignia bajo la cual me propuse conducir el trabajo de la Escuela, junto con mis compañeros de Directorio y con cada uno de los que especialmente se involucraron en esta empresa libidinal, hace ya dos años. Puedo dimensionar hoy el alcance de esa apuesta, de ese pródromo y, con él, el modo de pasar por la Escuela vía la gestión.
Es con ese paso ejercido que puedo decir del compromiso con la causa analítica, que no se define tanto -como lo señala Miller- en el sentido de un “tomar partido por”, sino de un dar cuenta de “la parte atrapada en esa causa, para saber jugarla, allí donde las cosas deben hacerse”(1). . Pude constatar en este tiempo de gestión lo que implica dejar algo de esa parte atrapada, el pellizco de la causa propia jugada con los otros y así dejar escrita la interpretación con la que se asumieron lo pragmático y lo analítico.
La labor de Escuela lleva consigo algo de la tachadura. Es la paradoja con la que Lacan concibió un colectivo, una Otro institucional soportado precisamente en la posibilidad del consentimiento y la destitución. Lacan se preocupó porque no se apagaran los destellos de esa tachadura, nos alertó incluso de los intentos de protegerse de ella o de domesticarla. Contó para eso con “los efectos disruptivos y contingentes del discurso analítico y con el contracanto de la transferencia” (2), como modos de salirle al paso a los embrollos del ser y la identificación.
Dos cuestiones quiero subrayar. La primera es una constatación, la segunda un desafío.
Contamos definitivamente con el resorte de la transferencia, en su sentido más estratégico, para arreglárnosla en los espacios de gestión. Esto señala la dimensión de trabajo que supone, en sí misma, la transferencia. A partir de esa transferencia de trabajo se constituye, de manera tan necesaria como sintomática, el conjunto dispar de los psicoanalistas.
La otra cuestión, anudada a la primera, es cómo introducir en esos lazos de trabajo, en sus distintos espacios e instancias, la intuición central de Lacan con su extimidad. Cómo sostenerse en el esfuerzo de llegar a ser cada uno “más uno” de una experiencia de Escuela.
Con ese acento puesto en la extimidad y en “el respeto a los semblantes”, la Instancia Diagonal se hizo presente en el trabajo con el Directorio, y el Directorio a su vez con sus distintas Comisiones. También, en esa perspectiva, nos toca pensar en cada oportunidad las chances de la Escuela para introducir su efecto agujero en la vecindad con el Instituto. En lo que respecta a la ciudad, la pregunta es cómo introducir una topología que permita hacer vacilar el imaginario adentro-afuera. Tal como lo señalamos en el informe, cada uno puede hacer pasar lo universal, “prestar el escabel psicoanalítico para elevar lo humano a
su condición de sujeto” (3). Responsabilidad que tenemos en nuestras manos a la hora de tratar los hechos del mundo, contando con el principio de la singularidad.
Estos fueron sólo algunos de los elementos que agitaron los debates acalorados de estos dos años, con los que se fue hablando y haciendo la Escuela. Tienen ustedes en el informe el despliegue de la lectura política que sostuvimos y lo que de allí se desprendió.
Ahora sí, es tiempo de agradecer. En primer lugar agradezco profundamente a Jorge Castillo y Pilar Ordóñez. Tuve la fortuna de haber contado con su acompañamiento incondicional. Creo que nos animamos a hacer un nudo, azaroso y con consecuencias, entre el humor y el amor, cada uno con su “atrapa causa”. Con ellos conocí el sentido de la amistad –tácito y sensible- que, en ocasiones, presta el psicoanálisis.
Agradezco a Gabriela Dargenton, Cristina M. de Bocca y Estela Carrera por la apuesta a la conversación sostenida. La Instancia Diagonal prestó –como me gusta decir a mí- la caja de resonancia para que las ideas del Directorio encontraran su pulso político y orientación.
A Carolina Córdoba, Mariana Gómez, Sonia Mankoff, Ana Lubatti y Javier Cabrera y, a través de ellos, a cada uno de los que soplaron con su deseo las tareas de la Escuela. También a quienes sostuvieron el lugar crucial de la transmisión y la Enseñanza, captando que la Orientación Lacaniana no es un puro automaton, sino que depende de nosotros saber caldearla, a la manera del witz, en su virtud siempre renovada.
1 Miller J.-A, Curso Extimidad.
2 Miller, J.-A., Introducción a la Clínica Lacaniana
3 Miller Eve-Rose, Apertura del IX ENAPOL Odio, cólera e indignación. Desafíos para el Psicoanálisis.