“Her: Por qué los hombres no usan cinturón”

Por Silvia Baudini. Extracto del texto que se encuentra en Revista ENIGMAS DEL CUERPO n°6. CIEC, Córdoba.

Hace poco un film nos sorprendía con algo de lo que no sorprende mucho. Un hombre se enamora de su OS, su sistema operativo. La voz es nada menos que la de Scarlett Johansson. Una voz en el teléfono. Hace veinticinco años había una telenovela con ese nombre que se basó en un radioteatro de los años ‘50. La modernidad hace que se trate de una voz que no es humana pero sabe llegar al corazón humano. Pero en verdad me quedé pendiente de un detalle. Allí ningún hombre usa cinturón. El director decidió hacer pantalones de cintura alta, sin tiradores, nada de cinturón.

Virilidades

¿Qué quiere decir que los hombres no usan cinturón?

En el Seminario 4[1] Lacan dice en el que nosotros, es decir los analistas, debemos tener en cuenta los profundos cambios de las relaciones entre el hombre y la mujer. Creo que este señalamiento de Lacan, que ya tiene mas de cincuenta años fue puesto al día por Miller en su conferencia del abril último cuando nos adelanta el tema del próximo congreso de la AMP[2]. Ese cambio profundo esta marcado en nuestros días por la pregnancia de la pornografía, lo que implica un pasaje de la interdicción (época victoriana) a la incitación, la intrusión, la provocación, el forzamiento.

Este cambio en las relaciones entre hombres y mujeres produce nuevos anudamientos. No se trata solo de la clínica de la histeria y la obsesión sino de cómo se hace lazo en la contemporaneidad, cuando todo en el discurso actual, en el muro del lenguaje está hecho para que cada uno se golpee solo contra esa pared, cómo perforar algo de ese muro, del amuro, neologismo que Lacan inventa y donde resuena el termino amor, es decir un lazo.

Entonces ¿por qué los hombres no usan cinturón? ¿Qué lugar para el falo?

En el capítulo mencionado del Seminario 4[3] Lacan estudia a Hans y su relación con el falo y la sexualidad. Lo coloca fuera de la legitimidad de la posición viril. Se trata de una legalidad viril pero no legitimada, dado que él se identifica al falo materno. Es decir no se traduce en una relación a lo real del falo, a su valor de fi mayúscula, a su valor de imposible, sino a la versión imaginaria del deseo de la madre. Que si no hubiera sido judía y progresista sino católica y piadosa, dice Lacan, Hans hubiera sido conducido al sacerdocio o a la santidad. Y esto por la carencia de la función paterna.

En la actualidad, la decadencia demostrada de la función paterna, deja al sujeto como Lacan nos lo dice en el Seminario 21, del lado de “ser nombrado para” por la madre. Eso, produce una orientación en lo imaginario, fuera de lo simbólico y como defensa frente a lo real.

En el varón, el sexo débil en relación con la perversión, el discurso y el imperio de las imágenes ingresa con mayor facilidad. Lo que el director del film nos muestra con ese detalle de vestuario. Un hombre sin cinturón.

En cambio del otro lado, la otra orilla, es decir la orilla de la alteridad de lo femenino, que recordamos siempre es altera para hombres y mujeres, hay algo del orden de una decisión. Freud lo dice en varios de sus textos, la mujer decide, por ejemplo olvidar, o decide cuando comprueba que no tiene el falo, que lo va a tener, etc.

Ese campo de la decisión, es decir ligado al acto, es lo que posibilita nuevos modos de anudamientos entre hombres y mujeres. Mujeres que deciden, como dice Marie-Hélène Brousse en la entrevista que dio para la revista Enigmas del cuerpo[4], que no necesitan un hombre de paja como el Sr K de Dora, que pueden ir directo a la dama, y constatar allí el no hay, es decir el precio a pagar para salir del Universal, podríamos decir del universal “perverso” que se verifica del lado macho de las tablas de la sexuación cuando se prescinde del no todo. Cuando se prescinde de la singularidad del no hay el todo de la Mujer.

Hay una alteridad interna a la estructura del ser hablante, que es lo que salva a la relación sexual. Y en eso la posición femenina es fundamental. Posición que es en sí misma esa alteridad interna y que hace que la mujer cuando es sinthoma le calce al hombre como un guante.[5]

La histeria dice Lacan es la ultima realidad perceptible sobre lo que concierne a la relación sexual. Es decir en lo que concierne al lazo con el Otro, fuera del Uno del propio goce, siempre autista.

En la película Shame, el encuentro con el deseo y el goce de una mujer, hace sucumbir al personaje en la impotencia y luego en un acting out sexual.

Referencias

[1] Lacan, Jacques. Le Seminaire, libre IV, La relation d´objet, Seuil, Paris, 1994, pág. 418

[2] Miller, Jacques-Alain. “El inconsciente y el cuerpo hablante”, Conferencia dictada en el cierre del IX Congreso de la AMP. Publicada en la página de la AMP.

[3] Ídem nota 4, pág. 414-416

[4] Histeria, feminidad. Entrevista a Marie-Hélène Brousse, Enigmas del Cuerpo, CIEC, Córdoba, 2014, pág. 7

[5] Miller, Jacques-Alain. El ultimísimo Lacan, Editorial Paidós, Buenos Aires, 2013, pág. 114-115