Y del discurso analítico, ¿qué idea se hacen ustedes?

Débora Nitzcaner

Con esta pregunta Jacques Lacan se dirige al público de la Universidad Católica de Lovaina en su intento por extremar que el discurso analítico es un recurso frente a lo que no marcha; señalando que la época –en aquel entonces 1972– “hace del advenimiento del análisis una innovación”.[2] Es en él, que el analista ocupará un lugar fundamental al incidir sobre los modos del malestar en la cultura. Lo presenta innovador por su “forma de torturar el saber en sus relaciones con la verdad”;[3] y sobre la verdad ubicará el blasón de la época en que vivimos.

“TODO BIEN!” Paradojas del bien y lo inconsciente, título del próximo Coloquio, subraya un sintagma que marcha a contrapelo de un discurso innovador. “Todo bien!” puede ser entendido como un modismo lenguajero en donde el bien queda del lado del no-decir, en tanto escudo de un saber.

La Conferencia mencionada aquí, establecida afinadamente por Jacques-Alain Miller, invita a deducir que el bien y lo inconsciente no hacen pareja. Se puede leer en la referencia a los modos de traducción –del decir analizante–  una precisión: “todos los golpes son buenos”.[4] Detalle distinguido que, a mi parecer, apunta a los golpes de la lengua que no vienen del lado el analista, él no es quien los da. Y, si son buenos, lo son porque conciernen al significante, por ser este equívoco, por su lejanía a decirlo todo.

Entonces, qué sería lo innovado que se experimenta en un análisis, si no es alcanzar y, en lo posible, un saber sobre el “no-todo bien”, que se conoce como sinthome.

Agosto 2020

[1] Lacan., J., (1972) Conferencia en Lovaina. Lacaniana Nº 23. Revista Lacaniana de psicoanálisis. Publicación de la EOL. Buenos Aires. Grama. Octubre 2017, pág. 13.

[2] Ibídem, p. 33.

[3] Ibídem, p. 33.

[4] Ibídem, p. 22.