Gay savoir y lúcido pesimismo

Eugenia Molina

 “La apuesta de la investigación psicoanalítica consiste en demostrar, sin conservadurismo, sin entusiasmo progresista, pero con el modo de un pesimismo lúcido lacaniano-freudiano, las redistribuciones clínicas a las cuales asistimos. He aquí el desafío de los próximos años”.[1]

Encontraba en este párrafo de Eric Laurent, una transmisión que dice del analista que sabe hacerse cargo del desecho, habiendo cernido algo en relación a su horror, a su propia relación a lo que no hay, al sin sentido. Y es por eso, que apuesta cada vez, a subvertir el ideal de felicidad y bienestar, que el mundo pregona.

El entusiasmo progresista dista del gay savoir, que alude a otro tipo de entusiasmo. Este último es una virtud – como lo plantea J. Lacan[2]– que lejos de agarrarse al sentido, lo roza y pasa de él.

 El gay savoir –pienso- se lleva mejor con el lúcido pesimismo que con el entusiasmo progresista, porque ambos son incautos de un real, están advertidos de la no- relación, y se encarnan en la posición del analista, no es una mera abstracción, y es un desafío.

Un analista que ha cernido la causa de su horror, sabe no decir el bien, ni a dónde ir a buscarlo, habla de esa manera, sin saber decir a dónde, ni qué. Es la libertad como elección forzada que habita aquel que consiente a vaciarse de su propio goce, para encarnar cada vez el acto analítico.


[1] Laurent. E. Las nuevas inscripciones del sufrimiento en el niño. El goce sin rostro. Tres haches, Bs. As. 2010, p. 155.

[2] Lacan, J. Televisión. Otros escritos. Paidós, Bs. As. 2012, p. 552