Armar el pequeño invento
Gabriel Racki
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Pum!…Así sigue resonando en los cuerpos de nuestra parroquia que Lacan diga por «Televisión» (1) que la ética analítica es la del “bien decir” , está circunscripta a un decir…sin delirios de grandeza! Ni ideales de autonomía, genitalidad, ni adaptación a la realidad, como los resume en el Seminario 7. Ni “figuras heroicas” que atraviesan barreras del bien, el placer y la belleza. No hay que enterrarse vivo a lo Antígona, ni cruzar el Rubicón como Cesar…es más modesto. Tampoco es reducir el pathos a una” purísima” verdad, ni el punto medio “Aristotélico” que absorbe los excesos pasionales. Nombrado en el medio del listado Lacaniano de pasiones es un decir “afectado” o con cuerpo. Cada afecto es tratado en “Televisión” como posición de saber frente a lo real del goce opaco: la cobardía del rechazo, el gay savoir del desciframiento infinito, la beatitud del Otro colmado, la lucidez del mal humor. El bien decir es también una posición: la de “orientarse en el inconsciente, en la estructura”. No alude allí a asociación libre, indeterminación, sino a una afirmación asertiva, y animada por el amor. ¡Al inconsciente ni se lo constata, ni se lo “endiosa”…se lo ama! ¿Qué quedará de esa pasión cuando Lacan propone una práctica despojada al extremo de todo saber con pretensión de verdad sobre lo real? ¿Cómo alentar hacia el inconsciente al sujeto contemporáneo que nos dice: “todo bien”, como forma actual y desolada de la pulsión de muerte? Tal vez queda incitar el amor por el pequeño invento “notodista” que irrumpe con su analista, para que se arme su vida sintomática de un modo un poco más satisfactorio, más ventilado…quizá eso entusiasme.
(1)J Lacan , Televisión, Paidós Bs As, 2012