¡No-todo bien!

Paula Vallejo

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“Todo bien” suele ser una frase repetida por muchos analizantes, como recordatorio del incesante intento humano de acomodar la realidad a satisfacción del principio de placer[1]. Contiene una referencia implícita a los ideales de la cultura, que comandan lo que en el Seminario 7 Lacan llama “el servicio de los bienes”, cuando define la posición de la ética tradicional como una moral del amo, del poder, cuyo único objetivo es “hacer que la cosa marche”.

En dirección opuesta, Lacan nos recuerda que “No hay otro bien más  que el que puede servir para pagar el precio del acceso al deseo”[2].

A contrapelo de todo dominio, el discurso analítico orienta al parlêtre hacia la responsabilidad por su deseo y por su goce, proponiéndole una experiencia en la que se ve confrontado al imposible que ordena todo discurso, y que bien podemos traducir como “no hay relación sexual”.

Hacerse siervo del discurso analítico[3] es subvertir el “todo bien”, para dar lugar a lo éxtimo de un goce que siempre acompañará al parlêtre. Reconciliarse con eso de lo que no se quiere saber nada, contrariando a la cultura contemporánea que apunta más bien a licuar todo lo que no encaja en el sistema. Por eso Lacan decía que el porvenir del psicoanálisis dependerá de lo real[4] y de que los psicoanalistas lo hagamos existir como tal en el acto analítico.


[1] Lacan, J. “De nuestros antecedentes”. En Escritos I, Siglo XXI, Bs As, 1985, pag.3.

[2] Lacan, J. Seminario 7, La ética del psicoanálisis, Paidós, Bs, As, p. 382.

[3] Gorostiza, L. “Un amo paradojal”, en http://www.xxviijornadasanuales.com/template.php?file=textos-de-orientacion/un-amo-paradojal.html

[4] Lacan, J, “La Tercera”, en Revista Lacaniana de Psicoanálisis n° 18, Grama, Buenos Aires.