Locos, santos, analistas
José Vidal
Miller en 2004 anticipaba el dominio de la cifra, la evaluación y la estadística en el siglo 21. Protocolos, test, mediciones, buscan traducir toda actividad humana a la cifra. Objetos, costumbres, relaciones, tornados números, pueden ser evaluados y vueltos mercancías. Cuando el sujeto consiente a ser evaluado alcanza un estado estadístico, comparable, adecuado al mundo capitalista.
El psicoanalista está en las antípodas de esta operación, apunta a la singularidad. Pero la indicación lacaniana de estar en posición de semblante de objeto no se realiza con facilidad. Implica una relación a los bienes muy particular. El analista en esa posición de abyección tiene como condición no gozar, permanecer como desecho del discurso del Otro y el goce que conlleva, pero no se priva de eso fuera de su acto. Eso les permite a los cínicos que proliferan por doquier, incluso algunos que se dicen analistas, burlarse. Pero de eso, el analista se ríe ¿se ríe? ¿O trata de acomodarse a la demanda de calmar la angustia, aplacar los síntomas, ponerse al servicio del amo?
Hay un proverbio francés que dice “plus on est de fous, plus on rit”, literalmente, mientras más locos seamos, más nos reiremos, que se usa para decir que mientras más gente haya para divertirse, mayor será la diversión. Es el fenómeno de contagio del chiste, que hace que tengamos ganas de repetirlo luego que lo hemos escuchado, la diversión parte de un fuera de sentido, de algo no del todo comprendido. Lacan transforma esa frase en “plus on est de saints, plus on rit » cambiando loco por santo, y lo hace para sostener que la posición que conviene al analista es ser un santo. Con esto tenemos una curiosa serie: loco, santo, analista. En todos los casos, se trata de reírse, de pasar el chiste, aunque su sentido se nos escape, y hacer una comunidad para resistir al cinismo contemporáneo. Pero también para generar un efecto en el Otro. También en lo social.