Paula Husni – Miembro de la EOL y de la AMP
EL OTRO SEXO
Si el hombre y la mujer no son más que significantes, el Otro ¨no puede ser entonces sino el Otro sexo”[1]. Otro sexo que escapa a la lógica significante y se sitúa más allá del falo, aquello que del lado femenino de las fórmulas de la sexuación Lacan ejemplifica con el goce de las místicas. Ese goce Otro, en tanto pone evidencia el vacío de la palabra.
Sabemos que el axioma: No hay relación sexual, tiene su correlato en un hay del goce. La experiencia en el cuerpo de ese goce que hay, que no es posible de capturar por el falo, reedita en el parlêtre su división más radical, efecto del encuentro con el traumatisme de lalangue que divide cuerpo y carne dejando como resto un goce que siempre sesgará un imposible.
Frente a la irrupción de ese goce que resulta perturbador, ajeno en su externalidad interior, la época encuentra soluciones que sostienen una lógica que supone una juntura entre verdad y goce.
La nomenclatura infinita frente a los distintos modos de gozar o de hacerse un semblante parecen ir en esa dirección: encontrar el significante apropiado que pudiera hacer cópula con el goce, alcanzarlo finalmente en su verdad. O poniendo a cuenta del efecto normativizante del patriarcado y la heteronorma, la imposibilidad de encontrar ese goce último, que sería el bueno, desconociendo el malentendido estructural.
Forzar el au-sentido[2] de la relación sexual no lleva más que al extravío, enseña Lacan en El Atolondradicho.
El Otro sexo es siempre Otro, para todo ser hablante. El extravío se hace escuchar.
[1] Lacan, J. (1972-73 [1995] El Seminario. Aun, Libro 20. Buenos Aires, Paidós. P. 52
[2] Lacan, J., “El Atolondradicho”, en Otros Escritos. Buenos Aires, Paidós. P. 487