Diana Paulozky – AME del la EOL y de la AMP

Otro sexo? Es que acaso hay uno solo?, un sexo?

Tal vez, pero si así fuera, aparece como masculino.

Sabemos que hubo una época en que el sexo era uno y masculino. Es Freud quien cambia escandalosamente ese paradigma.

Freud cambió los semblantes de toda una época, esa, que se sorprende frente al descubrimiento del deseo en la mujer y la aceptación que los niños, esas inocentes criaturas, podían convertirse en perversos polimorfos.

Si hay otro, es porque hay uno. Es la propiedad del otro, delimitar al uno, al un sexo, que ya no es tal.

Con Freud y su lógica binaria lo otro estaba delimitado: hombre-mujer; activo-pasivo; falo-castración.

Con Lacan, lo otro, es el goce, femenino. Vemos que la lógica binaria, regida por la ley del padre, se desvanece junto con el Inconsciente freudiano, que, por cierto, no es el nuestro. El nuestro es un inconsciente real, un agujero.

El psicoanálisis inventa un modo de abordarlo a través del otro, del Inconsciente transferencial, como tratamiento de ese real.

Es a través de la construcción de un Otro, que el ser hablante, podrá asumir las insignias, las marcas, que identifiquen su ser y su sujeción.

Sin embargo, nuestra actualidad, con su multiplicidad de goces, nos interroga y nos indica que sin el falo como ordenador, surgen tantos modos, como goces haya.

La caída del falo como significante amo, provoca la respuesta de la elección del propio sexo en sus múltiples formas.

Otro, ya no lugar de significantes, sino lugar de goces.

Entonces, cada uno con su goce, implica cada quien con su sexo?